AMADA FAMILIA EN CRISTO,
Con gran gozo en mi corazón, quiero compartir contigo una poderosa verdad que nos dejó nuestro Señor Jesucristo en Mateo 28:16. En este pasaje, Jesús declara que toda autoridad le ha sido dada en el cielo y en la tierra. Y lo más hermoso es que, como hijos de Dios, esta autoridad también nos ha sido otorgada.
Dios, a través de Jesús, nos dio el derecho legal de ser llamados hijos suyos. ¡Tu nombre es reconocido en el cielo y en la tierra! Pero junto con este privilegio viene un mandato claro: “Id y haced discípulos”.
Este llamado no es solo para apóstoles, profetas, evangelistas, pastores o maestros. Es para todo aquel que ha recibido a Cristo en su vida. La iglesia de Cristo no se quedó con solo doce discípulos, sino que ha crecido y sigue creciendo en todo el mundo. Nadie puede destruir lo que Dios ha establecido, porque Él está con nosotros hasta el fin.
Desde el principio, Dios ha cumplido sus promesas. En Éxodo 33, vemos cómo Dios llamó a Moisés a guiar a su pueblo, aun cuando este había sido rebelde. Dios no abandonó a su pueblo, sino que se manifestó a través de su presencia. Y de la misma manera, Jesús nos ha dado la promesa de su presencia constante en nuestras vidas.
A veces, nuestra humanidad nos hace dudar, pero debemos recordar que su presencia no depende de nuestras emociones, sino de su fidelidad. Él prometió estar con nosotros, y su Espíritu Santo nos acompaña y nos fortalece.
No podemos callar lo que hemos recibido. Así como Jesús envió a sus discípulos a ganar almas, hoy nos envía a nosotros. No estamos solos en esta misión; tenemos el poder y la guía del Espíritu Santo.
Te animo a que vivas con esta certeza: Dios está contigo, te ha dado autoridad y te ha llamado a llevar su mensaje. No temas, no dudes, y sigue adelante en la misión que Él ha puesto en tu vida.
Que su gracia y su paz te llenen cada día.
Con amor en Cristo,
Apóstol Wanda Rolón